Consentiré a las paredes que les debí echar mano, a las pateaduras de piedras que debí dar, a la luz que no me quedaba, que me hacia gritar, las consentiré hasta no tener que defender mi no estar, las consentiré e incluso sus entrañables me lo reconocerán, los meteré a todos juntos en mi cama, y escucharan lo que es taparse con la sabana, dar revolcones de furia cuando los vi pasar, ya verán que yo no era la que les debía recordar, yo no era la que les debía recordar, yo no era la que les debía recordar, que yo no tuve ninguna impertinencia si los ignore al transitar.
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